Dirección: Don Edmonds
Guión: Jonah Royston, Johm C.W. Saxton
País: EE.UU.
Año: 1975
Duración: 96 min.
Reparto: Dyanne Thorne, Gregory Knoph, Tony Mumolo, Maria Marx, Jo Jo Deville, George "Buck" FLower, Rodina Keeler.
Primer entrega parte de una serie de tramas similares pero desarrolladas en diferentes lugares geográficos, protagonizada por la voluptuosa Dyanne Thorne. Hacen parte de esta serie Ilsa, Harem Keeper of the Oil Sheiks; Ilsa, the Tigress of Siberia y la no oficial, dirigida por Jess Franco, Ilsa, the Wicked Warden o su título original, Greta, the Mad Butcher. En Ilsa, la loba de las SS, nos encontramos con la doctora regente de un campo de concentración nazi, en el que hace de las suyas con sus dos poderosas cualidades: sadismo extremo y una sexualidad insaciable. La trama transcurre en el campo 9 donde nuestra querida y bien proporcionada Ilsa, dirige experimentos cuyo fin es demostrar la capacidad superior de la mujer para aguantar el dolor, a partir de crueles y bien pensadas torturas para el deleite del exigente público de dudoso bienestar mental. A nuestra Fräulein Doktor la acompañan sus dos fieles, encantadoras y no menos sádicas tenientes quienes gozan torturando a sus despreciados huéspedes, que en su destino de conejillo de indias terminan siendo inoculadas con terribles enfermedades, sometidas a horribles castigos experimentales y obligados a satisfacer el voraz e interminable apetito sexual de la loba bajo pena de castración. Así las estereotipadas interpretaciones de sus actores dejan mucho que desear, siendo la temática nazi un recurso típico en la época, este filme se convirtió en una producción de culto dentro del subgénero nazixplotation con matices de BDSM y aplicando la formula de nudie-roughie que su productor David Friedman (en los créditos como Herman Traeger. Productor de la famosa y primera splatter: Blood Feast) bien supo explotar en sus buenos años. A pesar de las “buenas” intenciones con que realizaron el filme, sus escasos días de producción y sus simples decorados, no caerá en el olvido la concupiscencia que bien supo proyectar Ilsa, la loba de las SS, a través de sus grandes y bellos ojos.
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