El tope de la civilización, el orgullo del desarrollo tecnológico, el fruto del prolífico genio humano: la máquina. Desde tiempos primitivos nos hemos encomendado a su útil ayuda, y hasta la fecha, no podemos desprendernos de ella; son la extensión de nuestro ambicioso propósito de querer dominar nuestro entorno. Hemos engendrado una cantidad salvaje de aparatos que al final serán nuestra condena, o nuestra salvación. Todo depende de que botón hundamos.
Pero para esta ocasión, lo apretamos para prender los motores de nuestra maquinaria cinematográfica y proyectar este ciclo armado con circuitos, engranajes y tornillos. Bien vale la pena encender los suiches y mostraros de que son capaces estos aparatos: atropellar a quien los maneja, salvar el planeta, viajar en el tiempo o cascarse con monstruos gigantes.
Todo un aparatoso revolcón con puro voltaje.
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