Dirección: Takashi Miike
Guión: Ai Kennedy, Kikumi Yamagishi
País: Japón
Año: 2001
Duración: 113 min.
Reparto: Keiko Matsuzaka, Kenji Sawada, Kiyoshiro Imawano, Naomi Nishida, Shinji
Takeda, Tetsurô Tanba
Después de las décadas doradas del cine sonoro, cuando el baile y la cantada eran cosa novedosa, los musicales cayeron en decadencia, convirtiéndose muchas veces en algo repetitivo, aburrido, incluso desesperante cuando la trama estaba repleta de coreografías con actores dopados que nos contaban sus dichas y desdichas a coro. Sin embargo, algunas veces encontramos muy buenas excepciones, entre las cuales sobresale esta rareza del género dirigida por Takashi Miike, venerado y vilipendiado director nipón que entre sus casi sesenta películas, siempre nos ofrece alguna anomalía cinematográfica, como las reconocidas Ichi, the Killer, Visitor Q y Audition.
En esta ocasión, la historia cuenta la tragedia cotidiana de la disfuncional familia Katakuri, quien monta un modesto hostal con la esperanza de sobrellevar la crisis económica y el volumen familiar. Las promesas de turistas necesitados de hospedaje no se cumplen, las cosas no salen nada bien y los pocos huéspedes que van llegando al lugar, terminan sus días de extrañas formas. En pro de la buena y siempre necesaria publicidad, la familia toma decisiones drásticas para ocultar su mala racha y desde aquí todo es una sola canción. La Felicidad de los Katakutis se mueve entre lo más popular de la cultura japonesa y el sello miikeano, con agregados en animación y stopmotion que además de divertidos e inesperados, se insertan muy bien en la trama y llevan a otro nivel de insensatez las secuencias musicales del director. Es un musical bien negro, desenfadado y divertido que caerá muy bien para el ánimo vacacional de nuestros espectadores.
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